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El otro semáforo de riesgo: el del agua

A la ciudadanía

MANUEL VALENCIA CASTRO

Seguramente muchos de nosotros hemos revisado alguna vez el semáforo de riesgo epidémico COVID-19, para saber el estado actual de la epidemia en el país o en alguna de las entidades. Se trata de un mapa del territorio nacional y el de cada uno de sus estados, a los cuales se les asigna un color dependiendo de cómo se encuentren cuatro indicadores que describen la pandemia en nuestro país y en nuestro estado: cuando el riesgo es máximo se utiliza el color rojo, cuando es alto se usa el color naranja, cuando el riesgo es medio el color es amarillo y cuando el riesgo es bajo se usa el color verde.

De acuerdo con lo anterior, el semáforo vigente hasta el 9 de mayo, indica que seis entidades se mantienen en semáforo verde o riesgo epidémico bajo, seis con riesgo alto con semáforo naranja, 20 en semáforo amarillo, con riesgo medio y cero entidades con riesgo máximo. Se trata de una estrategia sencilla de fácil comunicación con importantes recomendaciones económicas, sociales y sanitarias

Una técnica similar se usó para evaluar la situación del agua a nivel mundial y a nivel de cada país (Instituto de Recursos Mundiales), el indicador que se usó para valorar la situación del agua en los niveles mencionados fue el estrés hídrico, el cual es definido en esta publicación cuando la demanda de agua potable es mayor que la cantidad disponible. De acuerdo con la magnitud de la brecha entre la demanda y la disponibilidad de agua se calculó una escala de riesgo de quedarse sin agua, con la cual se elaboró un mapa asignando el color rojo a las entidades con un riesgo extremadamente alto de quedarse sin agua o de llegar al Día Cero muy pronto, el color naranja representa el riesgo alto de quedarse sin agua, el amarillo se asignó al riesgo medio alto, el verde al riesgo medio bajo, y el azul al riesgo bajo.

Al aplicar esta escala de riesgo a los 23 estados del país, se encontró que 15 estados están a punto de quedarse sin agua, entre estos destacan en el norte Chihuahua, Sonora, Sinaloa, Nuevo León, Tamaulipas, en el centro del país, la ciudad de México, el estado de México, Aguascalientes, Zacatecas, entre otros. Los estados con el color naranja con riesgo alto de quedarse sin agua son: Baja California Norte, Durango, Coahuila, San Luis Potosí, Michoacán, Guanajuato y Puebla.

En los estados del sur sureste del país se presentan las categorías de menor intensidad de estrés hídrico, particularmente en los estados de Tabasco, Oaxaca y Chiapas. No es difícil adelantar hasta aquí una primera conclusión: en todo el territorio nacional hay un estrés hídrico. Lo cual significa que el consumo de agua es mayor a la que se repone de manera natural.

Por eso nuestro país ocupa el número 24 de 164 en el ranking mundial de alto estrés hídrico, y a nivel de Latinoamérica México ocupa el segundo 2º lugar, el primer lugar lo ocupa Chile. Estamos a un escalón del Día Cero, el día en el que el agua se tendrá que racionar entre todos, ahora mismo la jefa de gobierno de la ciudad de México, lanza un grito desesperado exhortando a la población a no desperdiciar el agua, ya que se viven los impactos de una sequía que limita aún más la escasa agua con la que se cuenta, en un contexto de demanda de agua que crece permanentemente.

¿La Comarca Lagunera contribuye con su gran estrés hídrico al estrés hídrico de los estados de Durango y Coahuila? Ante tales agotamientos del agua, ¿Qué puede hacerse para alejar definitivamente el Día Cero de nuestra región?

La primera alternativa que tenemos es la aplicación de una visión de cuenca, y segundo trabajar en conjunto con la naturaleza el manejo del agua, esto significa restaurar y/o conservar las principales zonas de infiltración de agua, el bosque, pastizales naturales, y las riberas de nuestros ríos. Y en la cuenca baja regular y medir las extracciones de agua subterránea y evitar su contaminación con sales de arsénico y flúor.

Las obras de infraestructura no son de ninguna manera las únicas alternativas disponibles, si se trabajan soluciones naturales y nos olvidamos de las mega obras faraónicas de alto costo económico y ecológico, tendremos el agua que necesitamos. La ciudad de México es un ejemplo de lo que estoy mencionando, ni el trasvase de otras cuencas como la laguna del Río Lerma y Cutzamala, y la construcción de presas, ductos y potabilizadoras, han resuelto la falta de agua que proviene de un acuífero extremadamente sobreexplotado. Por eso ahora se escuchan las voces de académicos recomendando las soluciones naturales.

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