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CONTRALUZ

DE QUE SE PUEDE, SE PUEDE

MARÍA DEL CARMEN MAQUEO GARZA

Hay tiempos, como el que vivimos, en que la vida avanza a sobresaltos. Me imagino que vamos en una carreta sobre un camino de terracería, brincando con frecuencia y con la incertidumbre de qué vamos a encontrar más delante.

No hemos salido de la COVID-19, cuando la onda gélida paraliza los estados del norte mexicano. No tenemos suficiente abasto de gas, por lo que lo importamos del país norteamericano. En este caso para impulsar las plantas de electricidad, por lo cual, con bajas temperaturas deja de ser enviado desde el vecino país, lo que paraliza las plantas generadoras de electricidad. A partir de este punto surgen otros problemas urbanos, al menos en esta región, deja de funcionar el sistema de bombeo de agua potable, y nos quedamos sin el vital líquido. Algunos ciudadanos por pocas horas, otros por un día o dos. A ello hay que agregar daños en tuberías y medidores, que en muchos casos fueron una causa adicional para la escasez de agua.

Se manifiesta con crudeza lo que llega a provocar la falta de educación académica en parte de la población. El Río Bravo cobró una víctima de 9 años, quien pereció ahogado. De milagro se salvaron sus padres y su hermanita de 4 años, rescatados de manera oportuna. De no ser así, habrían corrido la misma suerte que el niño. Todo sucedió en una noche particularmente congelante. La familia centroamericana tenía 4 meses viajando a través de territorio mexicano, impulsada por el sueño de llegar a Norteamérica. Más allá del espejismo verde, no hubo en su mente lo necesario para medir el riesgo que correrían tratando de cruzar el Bravo en un tiempo como el que estamos viviendo. Ahí es donde las materias académicas como la Biología, la Física o las Matemáticas funcionan para proveernos de vida más segura y satisfactoria.

Traigo a colación este caso, para contrastarlo con otro que sucede en nuestro mismo estado. El noticiero de Ciro Gómez Leyva presenta la nota del Colegio Inglés de Saltillo, en el que se otorgan clases presenciales desde hace algunas semanas. Tienen un protocolo perfectamente armado para la entrada de los niños, la sanitización del ambiente y el reporte y aislamiento de cualquier caso de riesgo potencial. Un proyecto de la iniciativa privada en coordinación con la Secretaría de Educación, encabezada por el profesor Higinio González Calderón, funcionario con sobrada experiencia en el área educativa. En este plan participan directivos, maestros, padres de familia y alumnos, cada uno cumpliendo lo que le corresponde en forma disciplinada. Y a este punto quiero llegar.

Debo suponer que hay un origen multifactorial en lo que se conoce como "agandalle", actitud en la que los mexicanos somos campeones. Tal parece que estamos mentalmente preparados para hacer valer la ley del mínimo esfuerzo, así como para sacar tajada en cualquier situación. Si vamos manejando y nos podemos pasar el semáforo en rojo, rara vez dudamos en hacerlo. Si podemos obtener ventaja en un asunto público, lo hacemos. Ahora recuerdo lo ocurrido durante las inundaciones que se han presentado en esta frontera. Cuando el municipio organizó un reparto de bienes en especie, hubo quienes se movilizaron detrás de los vehículos que los repartían, y se anotaban en la fila colonia tras colonia, para multiplicar el material otorgado, así robaran a los propios la posibilidad de alcanzar el recurso que por derecho les correspondía.

En México al que trata de apegarse a la regla no lo bajan de tonto, y al que se brinca las trancas se le aplaude, como si hubiera llevado a cabo una hazaña. Estos antivalores forman parte del imaginario que deja al país al margen de muchas oportunidades, como sería la educativa. A la vuelta de once meses se ha visto que la opción de educación en línea no está siendo la mejor, en particular para los grados de educación básica y media superior. Es difícil imaginar que pudiera implementarse el sistema del Colegio Inglés de Saltillo, cuando hay un elevado número de planteles escolares que ni siquiera cuentan con los servicios básicos.

Publica FORBES datos del CONEVAL que señalan que 48% de los complejos educativos del área rural no cuentan con servicio de agua potable, 78% no tienen drenaje y 21% funcionan sin energía eléctrica, algo que contrasta con los recintos escolares privados. Vemos difícil imaginar que se hagan inversiones en estos rubros de primer orden, entonces menos se haría en túneles de sanitización y equipos de protección personal para los alumnos. Hemos visto en los sitios públicos cómo impera la desobediencia a normas sanitarias elementales; la autoridad deja al arbitrio del ciudadano cumplirlas, lo que difícilmente va a suceder.

De que se puede, sí se puede. Ahora bien: ¿Cómo le hacemos?...

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