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LA NECESIDAD DE LLAMAR LA ATENCIÓN

FRANCISCO PINEDA

La tendencia a llamar la atención sin crear problemas, puede ser para muchos, parte de una vida ordinaria. Es decir, recibir atención es positiva y saludable, y a la gran mayoría nos gusta recibirla como muestra de que nuestra familia y amistades nos estiman. Sin embargo, existen casos extremos cuando esta búsqueda de atención genera serias dificultades en las relaciones interpersonales.

Existen circunstancias donde la conducta de llamar la atención puede ser comprensible. Los infantes lloran por alimentación y la necesidad de seguridad. La mayoría de niños y adolescentes expresan deseos de ser escuchados, aceptados y atendidos en el hogar o la escuela. Una gran parte de adultos manifiestan necesidad de reconocimiento, elogio, o admiración en su medio ambiente, o en sus relaciones interpersonales. Estos comportamientos son vistos como conducta muy humana, y aceptable con algunos límites. Sin embargo, y con cierta frecuencia, tenemos que enfrentarnos, sea en casa o en el trabajo, con una cantidad de drama y conflicto como resultado de personas quienes tienden a buscar y demandar atención como parte de su carácter o personalidad. Casos en donde el comportamiento no es saludable y se manifiesta con intenciones controladoras. En casos extremos, pueden tener rasgos destructivos y/o autodestructivos. De ahí que existe la necesidad de entender las motivaciones o razones por las cuales ciertos individuos tienden a actuar de esa forma con la idea de manejar sus conductas.

La conducta de llamar la atención es un acto enfocado a ser notado por otros. Un comportamiento que intenta buscar reconocimiento con la meta, consciente o inconsciente, de ser el centro de atracción en actividades sociales, por ejemplo, en el trabajo, en la escuela, y en otros grupos o redes sociales donde se interactúa. Por consiguiente, es una conducta esencialmente social ya que sucede en contextos donde hay personas alrededor.

Las redes sociales se han convertido en un medio común para observar gente con esta necesidad de atención. Hay una gran variedad de conductas que reúnen los requisitos de esta definición. Algunos ejemplos, entre muchos, pueden ser: la búsqueda constante de recibir elogios; la búsqueda de aceptación o simpatía; fingir enfermedad, o falta de conocimiento o habilidad sobre alguna tarea para recibir apoyo que no es urgente; fingir abandono o desesperación para recibir afecto, aparentar de estar siempre muy ocupado, etcétera. Estas conductas las observamos cuando algunos tienden a quejarse airadamente y presentarse como víctimas; a invertir demasiado tiempo en las redes sociales; son conflictivos en la comunicación; no les interesa el impacto negativo de sus opiniones; presumen de sus capacidades o proezas, etcétera.

Existen varios elementos que tienen que ver con el origen de esta conducta. El carácter adquirido de una persona desde edad temprana es un factor importante, por ejemplo, personas inseguras y celosas con problemas de autoestima, individuos que por alguna razón viven y se sienten solos. Los niños quienes fueron descuidados o ignorados muchas veces desarrollan una predisposición a buscar atención al llegar a la edad adulta. En algunos casos extremos, y disfuncionales o patológicos, el impulso a llamar la atención está asociada a un trastorno de personalidad, por ejemplo, trastornos de personalidad límite o limítrofe, narcisista, o histriónica. Estos tipos de personalidad pueden ser muy problemáticos debido a las reacciones emocionales extremas. Además, tienden a ser impulsivos y con necesidad de gratificación inmediata; se sienten vacíos y con miedos de ser abandonados; paranoides; manipuladores, y con necesidades marcadas de ser admirados. En estos casos la búsqueda de atención puede crear agresividad hacia otros y/o consigo mismos.

Una de las fuentes consultadas (Psychology Today, noviembre 2014) reporta que el drama de llamar la atención está relacionado a la dinámica de una adicción debido a que la conducta reduce la ansiedad causada por la necesidad de atención. Es decir, que la experiencia de llamar la atención a veces funciona como un narcótico. La sensación gratificante al expresar la estimulación o crisis emocional de recibir (o no recibir) la atención es similar a la actividad cerebral de una persona adicta a drogas. De ahí la dificultad de tratarla, especialmente si con el tiempo se ha creado tolerancia.

La conducta de llamar la atención puede ser positiva si se presenta de manera saludable. Si este no es el caso, y el comportamiento ha impactado negativamente a otros, es una indicación de que algunos cambios en la forma de pensar y actuar pueden ser necesarios. La ayuda de un psicólogo o psiquiatra con amplia experiencia clínica podría ser una buena alternativa para un estilo de vida más efectivo. Gracias por su interés en esta columna.

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