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El fallido autogolpe le hará bien a la democracia de EUA

MOISÉS NAIM

El 6 de enero fue un día muy malo para el presidente Donald Trump y muy bueno para la democracia estadounidense. Los muertos y heridos serán recordados como la trágica secuela de la violencia fomentada por el presidente. Pero lo que sucedió ese día -y no me refiero sólo a la toma del Congreso por los seguidores de Trump- podría marcar el comienzo de un importante periodo de renovación y fortalecimiento de la democracia de ese país.

El pasado 6 de enero, las leyes, instituciones y normas que en Estados Unidos limitan el poder de la presidencia fueron puestas a prueba. Afortunadamente, sobrevivieron al intento de Donald Trump de seguir en la Casa Blanca a pesar de haber perdido las elecciones.

Esto no quiere decir que la democracia estadounidense haya pasado incólume por esta dura prueba. Ya venía muy debilitada y, aunque haya fracasado, el autogolpe de Trump y sus cómplices la han dejado aún más golpeada y rasgada. El desprestigio internacional es enorme.

Pero como hemos visto, mucho más desprestigiados quedaron Trump, algunos senadores y representantes del partido Republicano así como las fuerzas antidemocráticas que participaron activamente en el intento de golpe. La toma del edificio del Congreso por parte de grupos violentos arengados por el presidente fue, obviamente, un evento histórico.

Ese día pasaron otras cosas muy importantes para la democracia de Estados Unidos. En la mañana del 6 de enero supimos que los dos candidatos al Senado en representación del estado de Georgia -Raphael Warnock y Jon Ossoff- habían derrotado a sus rivales del Partido Republicano. Warnock es la primera persona de raza negra que llega al senado en representación de Georgia -un estado sureño con una larga historia de segregacionismo y discriminación racial-. Jon Ossoff, de 33 años, será el primer senador judío electo en un estado del sur desde los años 1880s y el senador más joven del Partido Democrático desde que Joe Biden fuese elegido hace medio siglo.

Con esos dos votos adicionales, el Partido Demócrata, que ya tiene la mayoría en la Cámara de Representantes, también tendrá la mayoría en el Senado. Esto no sucedía desde 1995. El control del Congreso le dará a Joe Biden más libertad y celeridad al nombramiento de los cargos de su gobierno que requieren de la aprobación del Congreso. Lo mismo vale para el nombramiento de los jueces federales que el presidente propone y el congreso puede aprobar o rechazar. Y la posibilidad de iniciar profundas reformas en la economía, la política y el funcionamiento del estado.

Ese día cargado de sorpresas, Mike Pence, quien como vicepresidente también funge de presidente del Senado... dijo que cumpliría rigurosamente con el limitado deber que le manda la Constitución en el proceso de certificar la elección del presidente y vicepresidente de la nación... Por primera vez en cuatro años, protegió más la democracia de su país que los intereses personales de Donald Trump.

La otra sorpresa fue el discurso de Mitch McConnell, el jefe de los republicanos en el Senado, que... efectivamente destruyó, el autogolpe que estaban perpetrando Trump y los suyos.

Los defectos de la democracia estadounidense están a la vista. Las amenazas que enfrenta también. Las reformas necesarias son conocidas -y urgentes-. ¿Se llevarán adelante? ¿Tendrán éxito? No sabemos. Pero sí sabemos que el 6 de enero de 2021 podría pasar a la historia como el día en que EUA comenzó a repensar su democracia.

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Escrito en: Editorial Moisés Naím

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