Varios aficionados acompañaron al equipo hacia el estadio, aunque sin la debida distancia. (Fernando Compeán)
Aunque no hubo acceso al Estadio Corona para los aficionados santistas, el equipo lagunero sí tuvo el cobijo de sus seguidores en las calles de la ciudad, con una caravana que escoltó al autobús de los jugadores hasta el escenario del duelo contra Chivas.
Fue en punto de las 17:00 horas, que alrededor de 50 automóviles se congregaron a las afueras del Club Montebello, en cuyo hotel se concentró el equipo Albiverde desde la noche del sábado, tratando de que sus jugadores tengan lo menos posible contacto con personas externas al plantel. A la salida del autobús que transportó a los Guerreros, comenzó el sonido de los cláxon de los coches repletos de aficionados, quienes de esa manera quisieron expresar su apoyo incondicional a los jugadores.
El trayecto fue por el periférico Ejército Mexicano y posteriormente en la Autopista Torreón - San Pedro, por donde se vieron banderas, pintas y se escucharon cantos de apoyo a los Albiverdes, asemejándose a un desfile que parecía festejar el regreso del futbol profesional a La Laguna. Al llegar al TSM, el autobús ingresó al sótano del inmueble y los aficionados terminaron su peregrinar, pero en lugar de retirarse a casa para observar el partido, algunos decidieron permanecer en las inmediaciones del TSM, no se habían agotado las ganas de celebrar.
Coches y camionetas siguieron rondando por el inmueble, ondeando sus banderas y expresando su apoyo a los colores verde y blanco, pero también se lograron ver botellas y latas de cerveza, incluso algunos compartiendo el mismo envase. Hubo quienes sí portaron cubrebocas y como suele suceder, también algunos casos que no se pusieron el implemento que es obligatorio en La Laguna, que se mantiene como una zona bastante afectada en cuanto a contagios del coronavirus COVID-19.
APARECE LA POLICÍA
Fue hasta que llegó la policía municipal, que se logró dispersar la concentración de automovilistas, sin faltar los quejosos que deseaban mantenerse en la previa del partido. Con el correr de los minutos y la cercanía por el inicio del partido, los últimos aferrados al estadio marcharon resignados a observar el encuentro a través de la televisión.
No fue un domingo cualquiera en la Comarca Lagunera, fue el regreso del futbol en tiempos de pandemia, una fiesta deportiva que debió vivirse en silencio, pero ello en el estadio, porque se demostró una vez más, que para el fanatismo no existen muros de ningún estadio que puedan limitar la pasión por un equipo.
