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Migrantes viven varios riesgos

A PESAR DE LEVANTAR UNA DENUNCIA, LAS AUTORIDADES HACEN POCO PARA AYUDARLOS

Migrantes viven varios riesgos

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AGENCIAS

Después de abandonar Guatemala, Leonel se convirtió en huésped constante de los albergues. Cambiaba de uno a otro dependiendo el lugar en el que encontrara trabajo. Una semana podía ser lavacoches, después mesero o hasta recolector de basura. Cualquier empleo con el que pudiera ganar algo de dinero. Cuando ahorraba un poco entraba y salía de su país de origen. Quedarse no era una opción. La violencia de la zona y la alta marginación lo obligaban a volver a cruzar la frontera.

El aumento de la inseguridad en México también lo hizo dudar. En uno de sus cruces por Querétaro un hombre lo interceptó para hablarle de una oferta de trabajo. "Me dijo que tenía un tío que empleaba a personas en una empresa de construcción. Ellos ofrecían el pasaje. Sólo tenía que acompañarlo", recuerda Leonel, ahora de 21 años.

Después de casi una hora de viaje se detuvieron en la carretera, cerca de Celaya, Guanajuato. A la vista sólo había una pequeña bodega que parecía abandonada. En la entrada se dio cuenta del engaño. Había 15 migrantes secuestrados y un hombre armado los cuidaba. El único pase de salida era llamar a un familiar en Estados Unidos y que pagaran una cuota para su liberación.

"Nos pegaron con unas tablas y nos quitaron todo lo que traíamos, celulares y papeles. Uno de los migrantes me dijo que no tuviera miedo, que si tenía algún familiar en Estados Unidos todo iba a salir bien, lo llamarían, le pedirían dinero y nos liberarían", cuenta Leonel.

Pero este joven no tenía contactos del otro lado de la frontera. A su padre nunca lo conoció y su madre lo abandonó. Nadie respondería por él. Los delincuentes obtuvieron negativas de todos los números a los que marcaron y vino la sentencia: "Te vamos a matar", fue la frase que resonó en los oídos de Leonel. "Les dije que me mataran, que si me había llegado la muerte, pues que lo hicieran", narra.

Esa noche, varios migrantes pagaron su cuota y quedaron en libertad. Otros como él seguían sentados en el piso de la bodega esperando que los hombres que los vigilaban les dieran un tiro en la cabeza y se fueran. "Se me querían salir las lágrimas, pero me tenía que aguantar", reconoce Leonel.

Unas horas después, la suerte parecía estar de su lado. Un transportista de la ruta dio aviso al Ejército de que en la zona tenían secuestrados a migrantes. Al amanecer, los militares llegaron a catear el lugar y liberaron a todos los que no habían logrado pagar "la cuota".

Esta no sería la última vez que Leonel sería víctima de un abuso. Meses después fue asaltado y golpeado por policías de la Ciudad de México. "Noté que se me quedaron viendo. Me dio miedo y caminé más rápido, pero lograron detenerme sin ningún motivo. Me golpearon todo el cuerpo, me rompieron la nariz y me quitaron mis papeles y teléfono", cuenta este joven. Después de llevarlo por diferentes calles, terminaron abandonándolo en una zona desconocida. Levantó una denuncia por robo, pero su confianza en las autoridades estaba diluida.

 CRIMEN AL ACECHO

En 2010 tres grupos del crimen organizado eran el principal riesgo para los migrantes. Su evolución ha sido tan acelerada que ahora tienen a pequeñas bandas delictivas que trabajan para ellos. "Ya no es directamente el grupo del crimen organizado el que delinque. Ellos se dedican a recibir las rentas de lo que cobran los grupos que tienen especializados en extorsión, robo o cobro por derecho de piso", explica la especialista en migración y seguridad fronteriza, Guadalupe Correa.

Estos criminales conocen las rutas. De 2012 a 2017 la mitad de las víctimas de las que tuvo registro el INM fueron agredidas en Chiapas y Oaxaca. "La extorsión en el sur es más fuerte porque es donde los migrantes traen más dinero. Especialmente los que no van con un traficante", asegura Correa.

Por muchos años Leonel consiguió ser invisible en un país extraño, hasta que el crimen lo alcanzó. Esto ha hecho que su deseo de encontrar una mejor vida en México se esfume y busque cómo volver a su país.

Regresar caminando es riesgoso, por lo que tendrá que esperar hasta tener dinero para pagar un boleto de autobús. Después de ocho años volverá a tomar la misma ruta por la que un día salió. "Aquí te tratan mal. En mi país al menos sé que si me pasa algo, el responsable va a pagar, pero yo siento que la violencia aquí está peor que en Guatemala".

Problema

Los migrantes han sufrido varios delitos:

⇒ Sin embargo, la mayoría de las víctimas no denuncian.

⇒ Pero además hay una falta de coordinación entre las diferentes autoridades para protegerlos.

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