Bajar la guardia tiene repercusiones en la salud

La contingencia sanitaria por la que aún atraviesa prácticamente todo el mundo, por el Covid-19, todavía no llega a su fin, ya que la pandemia, en muchos países, ha registrado en las semanas recientes un repunte debido a la aparición de nuevas variantes, de ahí la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de no bajar la guardia, pues el virus del SARS-CoV-2 llegó para quedarse en nuestro planeta y no podrá ser eliminado, de ahí que tendremos que acostumbrarnos a lidiar con él, como en su momento ocurrió con la influenza AH1N1.

Si bien, es cierto, los niveles de hospitalización en nuestro país son muy bajos si se les compara con los de hace un año, esto no quiere decir necesariamente que ya estamos liberados de la posibilidad de contagiarnos o de perder la vida si nos infectamos de Covid-19, ya que la vacunación sólo nos sirve (y así nos lo han recalcado las autoridades de la Secretaría de Salud) para reducir la probabilidad de morir por dicha enfermedad, pues sí nos protege de los efectos tan severos que produce el referido virus, pero no nos hace inmunes al 100 por ciento.

Recordemos, amable lector(a), que el SARS-CoV-2 sí puede generar complicaciones en algunas personas que padecen comorbilidades, como las enfermedades crónico-degenerativas y la obesidad, entre otras, y sobre todo en quienes, por la razón que sea, no se han vacunado contra Covid-19, de ahí la insistencia para recibir las dosis necesarias para proteger y reforzar el sistema inmunológico de la población de todos los sectores y de todas las edades, ya que nadie está exento de contagiarse y, en algunos casos, de que el padecimiento se complique, a pesar de haber recibido hasta tres dosis del biológico suministrado por las autoridades federales.

Habrá que tomar en cuenta las recomendaciones que, hasta el cansancio, nos ha hecho la Secretaría de Salud desde que comenzó la pandemia en nuestro país, hace ya más de dos años, pues de la observancia de las medidas preventivas dependerá que los índices de contagios no continúen incrementándose, tal como ha ocurrido en los meses recientes, situación que ha alarmado no sólo a las autoridades, sino a un sector muy significativo de la población, sobre todo a quienes pensaban que la pandemia ya se había superado en territorio nacional, lo cual, a todas luces, no ha sucedido.

Y no obstante que, según especialistas en Epidemiología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la quinta ola de Covid-19 ya está más que presente en nuestro país, todavía hace un par de semanas, autoridades de la Secretaría de Salud federal se resistían a reconocer la presencia de este fenómeno; sin embargo, y a pesar de lo que el subsecretario Hugo López-Gatell había dicho, en el sentido de que no se reunían las condiciones para aseverar que ya se generó una quinta ola de contagios, el presidente André Manuel López Obrador lo contradijo y admitió que se trata de una realidad que no se puede soslayar ni, mucho menos, ocultar, ya que está a la vista de todos.

Recordemos que, actualmente, la cifra diaria de contagios de Covid-19 en nuestro país ya rebasó los 20 mil casos, algo que no sucedía, por lo menos, hace varios meses, con todo y el argumento de que los niveles de hospitalización de enfermos por ese padecimiento son muy bajos si se comparan con los de hace seis meses o un año, cuando llegaron a rebasar el 50 por ciento y en algunos estados se aproximaron a la saturación de camas dispuestas para atender a los pacientes que se infectaron con el referido virus.

En lo personal, no es tampoco un consuelo el hecho de que la cifra de muertes por Covid-19 sea reducida si se le compara con la del año pasado, pues no resulta menos preocupante la cuestión de que la cantidad de contagios continúe incrementándose, lo cual quiere decir que la población no se está cuidando como lo hizo todavía hace algunos meses, quizá con el pensamiento o la idea (errónea y equivocada, por cierto) de que la pandemia está de salida en nuestro país.

De esta forma es como, en los meses recientes, luego de que desapareció el semáforo epidemiológico, un instrumento que servía para medir los niveles de incidencia de la pandemia en los diversos estados de nuestro país, hemos visto, con mucha tristeza y harta preocupación, cómo un segmento importante de habitantes prácticamente ignora y hace a un lado todas las medidas preventivas que, por más de dos años, nos sirvieron para reducir el índice de contagios de Covid-19.

Así, constatamos que, por ejemplo, en la tiendita de la esquina, en la tortillería y en casi cualquier tipo de establecimientos comerciales, la mayor parte de la gente ya se rebeló y decidió no continuar usando el cubrebocas, no guardar su sana distancia y no usar gel antibacterial, a pesar de que estos elementos son fundamentales para reducir la propagación del virus SARS-CoV-2 que tanto daño nos ha hecho con más de 300 mil muertes en nuestro país.

Sólo de nosotros depende que esta pandemia no siga causando más enfermos y más luto en los hogares de nuestro estado y en general del país, pues las autoridades han cumplido con su parte al recalcarnos, todos los días, que sólo en nosotros está la solución para que la pandemia de Covid-19 no avance a niveles que generen más sufrimiento en la sociedad.

El calor es uno de los causantes del dolor de cabeza, pero su efecto es mucho mayor porque actúa en conjunto con otros factores vinculados con la época del año como las vacaciones, el verano y los viajes. Todo ello propicia una serie de desencadenantes decisivos en el dolor de cabeza como los siguientes:

Cambios en la alimentación: durante el verano, las celebraciones y las fiestas son más frecuentes. Debido a ello, aumenta el consumo de alcohol y se eleva el riesgo de deshidratación.

Ejercicio sin visera: la práctica de deporte moderado o intenso sin protección ante los rayos solares como viseras, sombreros o gafas de sol puede producir una contracción de la musculatura frontal (por fruncir el ceño) como craneal. Estas contracciones pueden provocar dolores de cabeza y desencadenar cefaleas como crisis de migraña.

Vasodilatación: muchos de los dolores de cabeza que sufres en verano se deben a este mecanismo, ya que los vasos sanguíneos aumentan de diámetro por distintos factores como el calor.

Otros factores del verano: el aumento o la reducción de las horas de sueño (desencadenantes típicos), la relajación en vacaciones tras el estrés laboral acumulado o la irregularidad en el cumplimiento del tratamiento preventivo de migrañas también son aspectos que propician el dolor de cabeza cuando hace calor.

Pese a que las urgencias por entrar en locales climatizados por la sensación de calor suele primar, debes evitar cambios de temperatura muy bruscos. Pasar de un intenso calor al frío que desprenden los aires acondicionados o viceversa puede ocasionar la aparición de dolor de cabeza y mareos.

Refresca la casa

Bajar las persianas y dejar el hogar en penumbra es muy recomendable durante las horas de gran insolación. Utiliza ventiladores o aires acondicionados para refrescarte, sobre todo para dormir en las noches de más calor. De esta manera, procurarás que el calor no afecte en exceso a tu descanso.

  PROT?GETE ANTE LA EXPOSICI?N SOLAR

El uso de sombreros, gorras y ropa ancha de colores claros (los tonos oscuros concentran más el calor) sirve para protegerse del sol. Cuando salgas a la calle, procura evitar las horas más calurosas. Camina por zonas de sombra durante el mayor tiempo posible.

  DESCANSA CORRECTAMENTE

Durante el verano, sobre todo en las semanas de vacaciones, suelen cambiar los horarios habituales. La rutina desaparece, trasnochas más y pasas mucho tiempo de turismo, en la piscina o en la playa.

Dato

Ten en cuenta deshidratación es una de las principales causas del dolor de cabeza por calor en niños, por lo que puedes evitarlo.